lunes, 6 de septiembre de 2010

Ana de Cleves

Aprovecho este espacio para salir un poco del rubro moda, y hacer un pequeño homenaje a Ana de Cleves, 4° esposa de Enrique VIII y Reina consorte de Inglaterra por un breve lapso de tiempo.

La conocí en un libro, "Las 6 esposas de Enrique VIII", y me encariñé mucho con ella.

Ana era una joven noble alemana, cuyo hermano el duque de Cleveris negoció su matrimonio como era costumbre por esos tiempos. Fue formada en la fe católica, y era muy austera y piadosa. No estaba formada en las artes o en la literatura, como era costumbre para una joven noble. Sino que, más bien, su formación era religiosa.

Tuvo el infortunio, o quizás la suerte, de caer como prometida del Sr. Enrique VIII (misógino viejo).

Cuando llegó a concretar el matrimonio a Londres, Enrique se casó, no obstante nunca la tocó. La repudió por ser fea, como si el señor era Di CAPRIO... Pero Ana, era gentil, buena, "aburrida" para el rey y una Gran madre sustituta para sus hijos.

Cuando Enrique decide divorciarse, Ana acepta. Y he aquí, que para mi empieza el período de felicidad para Ana.

Por aceptar el divorcio (Ana era una persona inteligente y sabía lo que le pasó a Ana Bolena), fue nombrada "Hermana amada del rey", tenía acceso al castillo y sus fiestas, a sus hijos a los que tanto amó y cuidó, se quedó con propiedades, sirvientes y mensualidad en un pais bastante más libre que el pequeño reino de donde venía y la opresión de su hermano.

Finalmente, Ana fue libre. Se habla de las fiestas en las que participó y bailó como nunca antes, y también se tejen algunas "historias" a su alrededor. Pero Ana vivió, respiró libertad y sobretodo salvó su cabeza de este rey.

Ana fue muy querida por los hijos de Enrique, aunque dicen que tenía especial predilección por Elizabeth, la pequeña pelirroja.

Este año en Londres, decidí visitar la Abadía de Westminster y busqué su tumba. Vaya lio encontrarla, muy difícil. Finalmente, terminé consultando por ella con unos guardias que se miraron entre ellos como rareza. Pero dí a parar con ella, y pude saludarla.

Ana fue una gran mujer, a la que la historia no hizo justicia. Particularmente, creo que fue la que corrió con mayor suerte de todas las esposas y por lo tanto, la más inteligente.

Así que si están por la Westminster, pasen a saludarla, ella lo agradece.

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